
Seguro que también te está pasando, sales por el monte (si es que en tú zona está permitido) y si vives cerca de una zona más o menos poblada te estás encontrando mogollón de gente. Ves muchos senderistas, puede que incluso también nuevas caras de gente en bici. Muchos no podrías ni llamarles domingueros, porque antes ni siquiera se asomaban a la montaña. Pero con la situación actual donde bares, centros comerciales, cines, chiringuitos y demás están cerrados pues la gente no tiene otra opción que irse al monte.
Muchos no tienen ni el más mínimo respeto que tienes tú por el monte y el bosque, van dejando su mierda detrás, restos de sus bocadillos en papel de aluminio, latas, envoltorios y mucha más basura. Pero somos nosotros los ciclistas lo que ensuciamos. Muchos no respetan, no conocen las reglas no escritas del sendero, no saben tan siquiera ni donde se están metiendo. Pero somos los ciclistas, que pasamos y solo se oyen nuestras ruedas y frenos, los que espantamos a la fauna local. Encima, se creen dueños de todo, ven una bici y protestan, que no pueden disfrutar de la montaña en paz y tranquilidad (o eso dicen, mientras van gritando, con música y ni se detienten a admirar la belleza de las vistas o un árbol centenario o una acequia que quizás lleva ahí 500 años). Van por un sendero que, aunque no oficialmente reconocido, los senderistas y corredores de toda la vida saben que es usado por ciclistas y lo respetan y nos respetan; ven un salto bien construido y se horrorizan y lo rompen y denuncian que se está “destruyendo la naturaleza”.
Luego tienes los nuevos ciclistas que jamás han tocado un sendero y cuando ven un obstáculo intentan “arreglarlo” pero lo que hacen es romper el sendero que otros llevamos disfrutando años. O ven un pequeño salto o una curva algo complicada y como no pueden hacerlo, se van fuera de la trazada y uno tras otros causan erosión y que el sendero original se convierta en una serie de líneas sin sentido. Y ven a un senderista y les gritan y les ofenden y asustan a sus niños. Y claro, la culpa la tenemos los ciclistas de toda la vida, que somos unos irrespetuosos y no cuidamos nada.

Entiendo tú frustración, es normal, muchos estamos así. Es momento de respirar, contar hasta 10 antes de decir o hacer algo que nos podamos lamentar luego. Toca quizás cambiar un poco los horarios en los que salimos para evitar tropezarnos con estos nuevos usuarios (a partir del mediodía es lo ideal, ya todos se han ido a comerse su bocata a algún sitio). Quizás es una oportunidad para que en lugar de la bici, salgas a pie con una mochila y te pierdas por esos senderos que siempre has querido explorar pero por pereza no has hecho y donde con seguridad no te tropezarás con nadie porque la maleza está muy cerrada y esos “nuevos usuarios” ni se les ocurrirá entrar.
Y a la vez, ten paciencia, intenta ser algo comprensivo, quizás unos pocos de ellos al final de verdad le pillarán el gusto al monte y la igual que tú o yo acabarán tomándole cariño y cuidándolo y tendrán su peña con la que saldrán en bici o andando o corriendo y se unirán a un club y acabarán protestando en la próxima pandemia a causa de esos domingueros que arrasan con los senderos y no respetan nada, que se creen dueños de todo…a ver si les abren ya los bares para que dejen el monte tranquilo.
¡Disfruta del finde!
[…] cerrados, la única opción que queda es irse al monte. Y claro, tienes situaciones como la que comenté ayer con la interacción con toda la gente que está tomando la montaña al asalto. Por eso mucha gente […]
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